El año festivo comienza con San Sebastián, mártir muy celebrado en Extremadura con peculiares actos, como es el caso de "Las Carantoñas", en Acehúche (Cáceres). Se trata de personas disfrazadas con pieles de cabras y ovejas y máscaras también de piel, de las que cuelgan orejas, pimientos secos, etc. Éstas acompañan a San Sebastián en la procesión, junto con las "regaoras", tiradores y tamborilero, en uno de los actos más significativos de esta fiesta.

Fiestas muy populares en nuestros pueblos son los Carnavales, momentos de alegría, disfraz, música, y en el caso de Villanueva de la Vera ( Cáceres), con nombre propio, el "Peropalo". Las calles de esta localidad se convierten en el escenario donde se desarrollan los últimos días de "Peropalo", pelele realizado con trapo y cabeza de madera, que será paseado por el pueblo, sentenciado a muerte, manteado, y por fin quemado, todo esto rodeado de un gran ambiente de participación y de alegría.

Uno de los mejores carnavales de la Península es el Carnaval de Badajoz, fiesta que destaca por los vistosos, lujosos y coloristas trajes y gorros que portan las comparsas, murgas y coros que participarán en el Gran Desfile, el Domingo de Carnaval. Otro de los aspectos significativos de estas fiestas es la participación masiva del pueblo pacense, así como de numerosos foráneos que se acercan hasta aquí, para conocer estos magníficos carnavales.

Por otra parte, la religiosidad sincera de nuestras gentes se hacen patente en numerosas manifestaciones festivas (patrones, santos, etc), que llegan a su culmen en la Semana Santa, siendo los momentos culminantes la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. En la ciudad de Cáceres, es un acontecimiento de gran belleza y vistosidad, tanto por la antigüedad de sus pasos, como por sus procesiones que recorren las calles, adarves, de su medieval Casco Antiguo. Especialmente impactantes son las procesiones de las noches y las madrugadas, entre ellas la del Cristo Negro.

Al Norte de Cáceres, en Valverde de la Vera, en Semana Santa, se sigue celebrando una tradición antiquísima, la madrugada del Jueves al Viernes Santo, salen los Empalaos, penitentes, que para redimir sus pecados cargan a sus espaldas un madero (antiguamente un arado), a la vez que su pecho va cubierto con sogas bien apretadas, y recorren las tradicionales calles de Valverde, en medio de un oscuro y respetuoso silencio.