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La Encamisá de Navalvillar de Pela

"Corrían los heroicos tiempos de la bélica Edad Media,pródiga en gestas y luchas con las tropas sarracenas.Dicen que hubo una batalla sin trágicas consecuencias,un combate singular que dio fama a nuestra tierra".

Es una fiesta popular que se celebra en la localidad extremeña de Navalvillar de Pela, en la provincia de Badajoz. La fiesta tiene la consideración de Fiesta de Interés Turístico de Extremadura y se celebra cada 16 de enero, en víspera de San Antón patrón de la localidad.

Fiestas
La fiesta tiene, entre otros protagonistas, al jinete, con la camisa blanca, pañuelo multicolor al cuello y otro multicolor que le cubre la cabeza, terminado en pico, y al caballo que porta la famosa manta de madroños. Entre hogueras encendidas, los jinetes inician las carreras a media tarde del día 16 de enero, vísperas de San Antón, al son del tamborilero que recorre las calles de Pela por tres veces, junto al abanderado, la Cofradía y la Corporación.

La fiesta dura hasta las 11 de la noche, y es norma de "los peleños" obsequiar a los miles de visitantes que acuden a disfrutar de los festejos con la degustación de sus vinos de pitarra y sus buñuelos.

Origenes
Según la memoria popular, La Encamisá conmemora la histórica salvación de los peleños frente a los moros cuando éstos intentaron invadir el pueblo. Ésta se logró a base de encender hogueras y, con camisas blancas y carreras de sus caballos, lograron confundir a los invasores, que huyeron creyendo que los naturales del pueblo eran más. A San Antón se dedicó la salvación.

Otros estudios, harían coincidir el origen con la tradición de los siglos XVI y XVII donde la encamisá era definida como "estrategia militar que se usa de noche para acometer a los enemigos y cogerlos de repente, lo que se hace poniéndose sobre los vestidos unas camisas para que con la oscuridad de la noche nos se confunda con los contrarios; y de aquí se vino a llamar encamisada la fiesta que se hace de noche por la ciudad en señal de regocijo". Por esta definición y otras similares puede comprobarse su origen bélico y el motivo de realizarse, que era la celebración de la victoria, emulando la estratagema que había conducido a ella.

Por último, algunos historiadores remontan aún más el origen de la fiesta, señalándolo como la cristianización de una fiesta pagana, donde el fuego y la hoguera eran considerados elementos de purificación. Siendo esto último muy común en infinidad de fiestas de España.

La Leyenda de "La Encamisa"
Una tarde, un pastorcillo, salió en busca de una oveja, y ya, a punto de alcanzarla, quedó mudo de sorpresa al divisar unos hombres con extrañas vestimentas. Capas y turbantes blancos resaltan su tez morena; alfanjes y cimitarras en el cinturón sujetan, y lucía la media luna en medio de sus banderas, que ondeaban en las lanzas, bien agudas y dispuestas Se revolvieron gozosos al balido de la oveja y muy pronto la atraparon con precisión y destreza.

El muchacho regresó desencajado a la aldea y dio cuenta a los mayores de la aparición aquella. El rabadán lo echó a risa y sus padres le amonestan, hasta que, al fin, decidieron seguir del zagal las huellas, para poder comprobar si la noticia era cierta. Al cabo de media hora, entre trochas y veredas, descubrieron a los moros emboscados en floresta. Unos preparaban armas, otros guisaban la cena y un grupo, más alejado, miel hurtaba en las colmenas...

Se volvieron los pastores a traer la infausta nueva, cuando se ponía el sol y acababan las faenas. Convocan a todo el pueblo para una urgente asamblea que presidió el más versado en las cuestiones guerreras, puesto que había combatido contra huestes agarenas. Es preciso organizarse, porque el peligro está cerca y cuentan con poca gente, ni de a pié ni caballera, pero todos muy dispuestos a luchar, sea como sea...

Hecha la distribución hacen recuento de bestias: entre mulos y caballos no reúnen dos docenas, pues los asnos no parecen aptos para la contienda. -Podían llevar las armas... (dijo una voz grave y seria). -¿Las armas? ¿En dónde están? ¿Hay alguno que las tenga?. Hubo un penoso silencio... hasta que dio la respuesta, con ánimo el presidente: -Tener arco, espada o flechas no es el único recurso; todo es útil en la guerra: la aguijada de los bueyes, horcas, hoces, podaderas... -¿Y si pasaran de largo y en el pueblo no molestan?. -Si es que lo hicieran así; amigo mío, enhorabuena, pues vale más un día en paz que cuatrocientos de guerra. Pero verás como vienen a quitarnos cuanto puedan y destrozan nuestras casas y, tal vez, cautivos llevan. -Tenemos que defender nuestra vida y nuestra hacienda -Preparad bien vuestras hondas que son armas muy certeras. -¡Ya llegó Santiago el Fuerte, que doscientas libras pesa.! -Y muchas más al saber que están comiendo mi siembra esos malditos caballos... ¡Cara han de pagar la avenal. -Si hay combate, se la cobras, junto a la pedriza vieja, y hacéis rodar con estruendo los guijarros y las peñas. -¿Y para Juanillo el Cojo no hay papel en la comedia?. -Tú voltearás la campana y dirigirás la orquesta... con los muchachos y viejos tocáis las marchas guerreras. -¡Si aquí no hay más instrumentos que un rabel y panderetas!. -Yo creo que tiene un tambor Martín, el de la Candela. -El que no encuentre otra cosa golpeará el suelo con piedras, entre la espesa arboleda, pero pronto les avistan dos agudos centinelas. Alertado Juan el Cojo voltea con diligencia... Rápidos los combatientes en la plaza se congregan, y los mandatos del "jefe" cumplen al pie de la letra. Van en mangas de camisa por tener más ligereza, con la faja bien ceñida sobre el calzón de estameña, y los gorros, que parecen dialogar con las estrellas. Acuden niños y viejos con campanillas muleras, un tambor y grandes zumbas, almireces, panderetas... y formaron un conjunto que se oía a media legua. Con este raro concierto se alborotaron las bestias, las cabras y las gallinas, los perros, vacas y ovejas... ¡Cuántas voces y gemidos, galopes y contraseñas...' Los zagales incendiaban jaras, zarzas, madroñeras... y subían hasta el cielo densas llamas y humareda. Santiago y sus compañeros hacían retemblar la sierra, cada vez que sus palancas echaban a rodar piedras, semejando un terremoto o volcán que a estallar fuera. Los pastores disparaban hondas con tino y presteza, derribando a los muslimes que asoman entre las breñas y desbocan los caballos, que no obedecen a espuelas.. Las mujeres con premura, improvisan parihuelas para si caen heridos; preparan ungüentos, vendas.. y, por si hay que pedir paz, hermosa y blanca bandera. Pero no fue necesario porque los moros se alejan al oir tanta algarabía, crepitar de las hogueras... Y los pétreos proyectiles que les rondan las cabezas. (Este tipo de batalla no encajaba en su estrategia; sabían luchar con "aceros", pero ante aquellas escenas les sobrecogió el temor y se dieron media vuelta). Los infantes y jinetes recorren calles y afueras, y comunican, gozosos, el final de la contienda. Mujeres, niños y ancianos siguen firmes, aunque hiela, y hay que "tirar" de toquilla, tabardo o manta campera. Alrededor de las lumbres se convidan y se alegran hasta o ultarse la luna allá por Valdelapeña. Al amanecer el día se ha tendido fina niebla y trajeron gran noticia los que hacían descubierta: Los árabes se dejaron, en ja huida, varias prendas, y cabalgan hacia el Sur... ¡Que les guíe La Magdalena!.

Hubo emoción y jolgorio por varios días en la aldea y, entre todos, acordaron: hacer brillante carrera el día de San Fulgencio al acabar las faenas, para evocar el combate que comenzó en está fecha. Y, después, a San Antón se le honrará con gran fiesta, porque en su día, la victoria, se alcanzó de forma plena. Así viene sucediendo desde remotas calendas, sin que la hayan suspendido lluvias, nieve, viento o niebla. Aún se sigue conservando la costumbre primigenia de los gorros puntiagudos, el tambor y las hogueras; repique de las campanas, tremolar de la bandera... jinetes que a San Antón y a San Fulgencio recuerdan con los ¡VIVAS! rituales, que jubilosos contestan los miles de espectadores de esta popular carrera, entre música, cohetes, convite y aire de fiesta. Los caballos, postineros, lucen las mantas peleñas que tejen las artesanas y adornan con madroñeras. Se saborean las migas con la pitarra casera, el chorizo y el jamón, la típica caldereta... Y se alegra el paladar con el dulce de la fiesta; los riquísimos buñuelos que han traspasado fronteras. Como a "buenos europeos" nos visitan las danesas, los franceses y alemanes... seguido de un largo etcétera. ¿Y para qué no decirlo? también moritos nos llegan, pero no en son de batalla como en antiguas contiendas, sino a vendernos reloje y artesanía de Ceuta, al mismo tiempo que gozan de esta singular carrera, llamada "La Encamisa", pues camisa blanca llevan los esforzados jinetes que participan en ella. Y es tanta la gallardía y el colorido que encierra, que en Turismo la declaran como interesante fiesta. Si lo quieren comprobar dense una vuelta por Pela el dieciséis de Enero, y oirán exclamar con fuerza esta frase que repiten los que están y los que llegan: "¡VIVA, VIVA, SAN ANTÓN!", Patrono de nuestra tierra, que en las luchas nos anima, nos ilusiona y alienta... Aquí a todos se recibe con alegría y franqueza, pues son muy hospitalarios los habitantes de Pela.

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Autodeterminación

El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación:es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad.

La libre determinación está recogida en algunos de los documentos internacionales más importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos Humanos.

También numerosas resoluciones de la Asamblea General de la ONU hacen referencia a este principio y lo desarrollan: por ejemplo, las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV) ó 2625 (XXV).

Es un principio fundamental del Derecho internacional público y un derecho de los pueblos, que tiene carácter inalienable y genera obligaciones para los Estados. Incluso, de acuerdo con muchos autores, la libre determinación ha devenido norma de ius cogens.