En 1917 Elviro comenzó a desplegar una intensa campaña propagandística, criticando las vicisitudes regionales, especialmente la cuestión político-agraria. En este ámbito postuló la intensificación del cultivo de tierras, creación de granjas experimentadas y escuelas obreras, fomento colonizador ó repoblación forestal. Consciente de la relevancia de los medios de comunicación, defendió la necesidad de un órgano difusor del movimiento, razón por la que impulsó la creación de Semanarios.

Elviro, conocido en algunos círculos como “el Desclasado’’, divulgue por entonces el Manifiesto Extremadura para los extremeños (1920), en el que vierte su pensamiento acerca de la reflexión y la práctica regionalista. Con esta obra, que supone una de sus mayores aportaciones a la Historia de nuestra Comunidad, Don Antonio se dirige a la sana opinión regional (clases populares y medias), a fin de expresar sus ideas acerca de los problemas y soluciones a la situación por la que atravesaba Extremadura en dicha época.

Así, principia este documento planteando la idea de que Extremadura se encuentra postergada y abandonada, con lo que toma conciencia de las carencias y problemas de nuestra tierra, aquejada de un subdesarrollo perceptible frente al progreso industrial conocido en otras regiones de España:

Toda región tiene una base económica sobre la cual descansa la producción… Nuestro patrimonio es esencialmente agrícola-pecuario, y este patrimonio regional está postergado, abandonado lamentablemente entre la falta de civismo y la abulia de los elementos productores y ante la dictadura que ejerce el acaudalado terrateniente.

Elviro denuncia como los problemas de Extremadura derivan de la cuestión agraria ó estructura del campo, en el que predominan las explotaciones de considerables dimensiones (latifundismo) y los grandes patrimonios burgueses. Hacia 1920, este sector económico, fundamental en nuestra Comunidad, absorbía al 65% de la población activa, situación provocada por “la falta de civismo y abulia de los elementos productores’’ (masa de jornaleros agrarios) o “la dictadura que ejerce el acaudalado terrateniente’’. Con esta última afirmación, crítica la distribución de la propiedad de la tierra, latifundismo y absentismo, reflejo del modelo político de La Restauración.

Este reparto de la tierra explica la gran masa de yunteros en los pueblos extremeños, quienes lamentablemente tan solo viven de una yunta de bueyes y del arrendamiento de tierras ajenas, laborando de jornaleros el resto del año para subsistir.

En este último sentido debe entenderse el siguiente pasaje:

La riqueza extremeña, lejos de ser estimulada… aparece explotada por los acaparadores que viven al amparo de las inmorales combinaciones de los arrendamientos, para después obtener crecidas primas gananciales en los subarriendos a costa de los modestos labradores yunteros.

En estos términos, propone como solución a la postergación de nuestra tierra la mejora de la preparación técnica, emancipación del agricultor ó infraestructuras viarias:

En nuestra región, además de una sólida preparación técnica, se necesita la emancipación completa del agricultor y una intensificación de redes comunicativas que permitan explotar ampliamente las fuentes naturales del país… He aquí la multitud de problemas a resolver de vital interés para nuestra prosperidad económica, problemas profundos.

Elviro pretende organizar el campesinado y combatir al terrateniente absentista, operación que llevaba aneja la explotación por arrendamiento o subarriendo y la entrega de las tierras expropiadas a los campesinos en lotes de 15 ha como mínimo y en condiciones que le permitieran adquirirlas en propiedad en un plazo de 10 a 15 años.

No duda en criticar los abusos y otros males de los “gusanillos destructores, montón de vividores’’ para mantenerse en el poder. En su opinión, las elecciones constituían una farsa y el Parlamento debía suprimirse por falta de vínculo entre representantes y representados. De ahí que el regionalismo aparezca como la única opción defensora de la autenticidad.

A modo de conclusión, puede decirse que el pensamiento elviriano responde a las directrices de la pequeña burguesía (clase media), entonces angustiada por los problemas sociales o políticos del país, y asfixiada entre un naciente proletariado y una oligarquía escasamente sensible a las aspiraciones obreras. Esta es la razón por la que este grupo halla en el regionalismo una solución utópica a los problemas regionales.

El fusilamiento del médico salorinero en Cáceres a comienzos de La Guerra Civil (7 de diciembre de 1936), al ser acusado de pertenencia a organizaciones obreras, sepultaría –afortunadamente solo durante unas décadas– el recuerdo de un hombre que luchó tenazmente por la defensa de la Extremeñidad.